¿Qué importancia social tiene la identidad de cada uno de nosotros? Es importante saber con quién se está relacionando uno para saber con quien podrá seguir haciéndolo.

Como se ha dicho en más de una ocasión, hay que mirar y construir el futuro desde una identidad y esa identidad sólo se encuentra en nuestra conducta y pensamiento de ahora y de antes.

Me decía uno de mis compañeros de trabajo que si uno supiera lo que hace y piensa la gente en su casa, habría muy pocos a quienes se seguiría saludando.

Yo recuerdo uno de mis primeros intentos (quizá el primero) de organizar las bases de mi identidad. Se trataba de estructurar todo lo que me rodeaba y concernía, claro; pero principalmente mi pensamiento, mis ideas que no eran muy profundas, pero que eran mías.

Recuerdo el pavor que sentí cuando se me invitó a integrarme a una organización política donde podría confrontar mis ideas con las de otros aparentemente afines.

Con éxito o no, entendí que todo ello formaba parte de una identidad que se iba poblando de elementos de alguna gravitación y jerarquía moral e ideológica. Equivocados o no, no eran desdeñables los elementos que permitían distinguirnos a unos de otros.

Con el transcurso del tiempo la estructuración de las bases de mi identidad, fue modificándose, pero siempre mantuvo una cimiente continua que me ha ayudado a entender mejor con quien estoy hablando y si debo seguir saludándome. En una palabra, las ideas constituían elemento básico de nuestra identidad.-

Es indudable que los parámetros de nuestra identidad sufrieron una muy importante modificación desde 1973 hasta por lo menos 1990. Nos distinguimos unos de otros por nuestra adhesión y complicidad o por nuestro rechazo y combate a la dictadura militar.

Pero lo anterior siendo muy importante no cambió todas las esencias de la identidad. Creo que ignorar esto produce los enredos éticos y legales de la actualidad.

“Yo estuve en contra, así que se convalida mi candidatura; voté por el no, así que llamo a las fuerzas democráticas....”

“Yo no sabía, así que no tengo responsabilidad jurídicamente reprochable; lo que hice fue para salvarle a vida al actual Presidente y a varias figuras connotadas de la oposición de aquella época...Ahora he cambiado....”

Es muy difícil aceptar súbitas vueltas en el aire que nos modifican de la noche a la mañana. Recuerdo que a la salida de una función de una obra que yo escribí y dirigí, un amigo que había pasado por experiencias políticas que alguna relación tuvieron con las mías, me dijo: “Por Dios que te costó; pero parece que lo lograste .”

¿Y qué nos identifica ahora, después del diluvio?
La síntesis no es fácil.
Hay quienes bregan por “dar vuelta la página y borrón y cuenta nueva”.

Y los hay quienes sostienen que la memoria es el alma de la cultura y que la cultura es el alma del desarrollo que permite reconocer nuestra identidad y nos entrega una orientación política seria: “Cuando se quiere liquidar a un país, lo primero que se hace es quitarle su memoria. Convertirlo en un país de murmullos.”

Hay quienes sostienen que la tecnología y el desarrollo han hecho tan distinto este mundo, que más vale empezar todo a partir “de lo que hay”: Y a quienes sostienen que se trata precisamente de cambiar lo que hay, aprovechando socialmente los avances de la técnica y el desarrollo.

Hay quienes sostienen que la globalización ha intensificado la dependencia que tienen los países respecto de la mecánica y formas del régimen capitalista y que de allí no se puede salir airoso (neo liberalismo) y hay quienes creen que vale la pena intentar inventar formas de liberación de este régimen que contiene tantas injusticias sociales.

Finalmente hay quienes sostienen que la entretención huachaca contribuye a afirmar la identidad y personalidad de los chilenos y hay quienes creemos que ésta es una de las armas mortíferas que destruye la nobleza con que debe jerarquizarse nuestra identidad.-

Mi amigo Marcelo Viñar, médico uruguayo, dice que la Historia empieza cuando uno se da cuenta.. Yo creo que la historia de nuestra identidad, también. Sólo que parece que aún no nos damos cuenta. Y seguimos jugando a los dados y desdeñando la calidad de nuestro pensamiento y conducta.

“Dios no juega a los dados con el mundo; tampoco nosotros debemos hacerlo....

Tampoco, nosotros...”

Nissim Sharim