Hace más de 20 años Milán Kundera encabezaba uno de los capítulos de su libro “El libro de la Risa y del Olvido” con la siguiente disquisición:“El asesinato de Allende en Chile, eclipsó rápidamente la invasión de Checoslovaquia por los rusos; la sangrienta masacre de Bangladesch hizo olvidar a Allende; el estruendo de la guerra del desierto de Sinai, ocultó el llanto de Bangladesch; la masacre de Camboya hizo olvidar al Sinai......”¡Y en el plano interno actual, podríamos agregar tanto! Por ejemplo, la barbaridad de los errores en la identificación de los muertos, va a eclipsar el asesinato de los muertos?

La eventual responsabilidad política o profesional de algunas personas, nos va a hacer olvidar a los rufianes masacradores?¿Tendremos que dar vuelta la página en relación a los asesinos como se nos recomienda desde hace ya muchosaños, y quedarnos vociferando en contra de los que se equivocaron al identificar los cadáveres?¿Las amenazas de acciones políticas y judiciales que ya se ciernen por todas partes, en contra de médicos, funcionarios y diversos personeros políticos, sustituirán los procesos en contra de los asesinos cuyo punto final se ha solicitado tantas veces?¿Y cuántos años más tardaremos en procesar de verdad al primer gran responsable que no por estar viejo y enfermo dejó de ser el principal autor, cómplice y/o encubridor, del genocidio que hubo en Chile?¿Y cómo va a hacer posible homologar la acción equivocada, negligente o culpable del Servicio Médico Legal y demás identificadores, con los crímenes de la DINA, el CNI, los degolladores y tanta siniestra y oprobiosa institución de las cuales aún no nos liberamos totalmente?El pelmazo de la tele y algunos de la farándula política llevan agua para su molino.

Ellos, que fueron altos funcionarios y adictos de la Dictadura que prohijó todos estos crímenes, protestan ahora en contra de los que, equivocados o irresponsables, no son capaces deidentificar a las víctimas de la masacre que antes aplaudieron y que aún siguen justificando.Hace ya algunos años, el inefable y contradictorio escritor peruano, Mario Vargas Llosa, editó para el mundo una recomendación: “hay que aprender de Chile -dijo- hay que enterrar el pasado” En Argentina recogió la recomendación rápidamente el ex presidente Menem cuando el general Balza reconoció los crímenes del ejército argentino y en Chile, por cierto, la han recogido desde antes que se enunciara los espíritus “prudentes y equlibrados” que aplaudieron el genocidio.Ningún país puede, en rigor, enterrar su pasado y menos uno como el nuestro, que, tal como ahora se está confirmando, ni siquiera ha podido enterrar a sus muertos.

Hay que rescatar nuestro pasado que es el gran signo de respeto que debemos a nuestras víctimas. Sólo así se podrá preservar la liturgia y el duelo que les debemos.-Tal vez las palabras no sean suficiente; quizá el lenguaje del arte, la acción del teatro, por ejemplo, ayuden en esta materia. Ordenar nuestra memoria y rescatar nuestras emociones a través de la acción dramática; recuperar lo que ya no está y debiera estar...No es el pasado lo que hay que enterrar. Hay que enterrar a los muertos y respetar, honrar y dignificar su memoria.-

29 de Abril de 2006